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martes, 5 de febrero de 2013

Capítulo 4.


  Mmmm... Pero, ¿qué día es hoy? Sábado mmm... sábado eso significaba que solo quedaban dos días para la cruel realidad, para uff... es que solo de pensarlo me dan ganas de llorar.

Las personas suelen decir que, el sábado es el mejor día, que te levantas tarde por la resaca y el buen sabor del viernes, que tus padres traen churros con chocolate para desayunar y que te vas a comer al río con un sol radiante y unas buenas litros. Es lo que suele hacer las personas normales, pero claro, yo no tengo resaca ya que ayer me pasé viendo pelis de horrorosas zombis mutantes y comiendo palomitas de mantequilla. Cuando me levanto no veo churros, ni escucho un buenos días, además tenía que estudiar, estudiar y estudiar ya que el profe de lengua se había empeñado en poner el examen el jueves debido a no sé qué de la evaluación, que coñazo, y pensar que no tengo nada que hacer esta tarde, bueno mejor dicho, nunca tengo nada que hacer. Mi vida es un aburrimiento. Tenía que cambiarla.

Al final me quedé dormida de tanto pensar, asique mi padre me levantó con esa cara de amargado, me enciende la luz y me dice:

  - María hija, levántate ya, como siempre eres una vaga son las diez de la mañana y tu madre y yo ya hemos desayunado. No tardes.
  - ¡Apaga la luz! - le grité, pero como no, no iba a escucharme asique me tendría que levantar.

Abrí la ventana y vi un sol brillante que hacía que la piscina se viera demasiado apetitosa. Qué ganas de bañarme y poder tomar el sol y sobre todo estrenar esas nuevas Ray-Ban que me había comprado, pero Roberto decía que podía coger un resfriado y no podría asistir a clase, así que no nos dejaba bañarnos hasta que hiciera mejor tiempo.
No había escuchado a Guille llegar ayer así que, como siempre, llegaba tarde y tan borracho que no se acordaría de nada, que raro.
Él sí que tiene suerte, mi padre dice que él es un hombre y por eso puede salir hasta tarde. Tiene unos amigos que le idolatran y una novia que da vértigo, es la envidia de todos, y yo, me incluyo. Me encantaría ser él, le odio.
Estaba escuchando a mi madre subir por las escaleras, seguramente para recordarme que me tenía que levantar. Llama a la puerta y pasa:

- María, cariño, hoy tenemos una cena de trabajo en el sitio de siempre, así que no vendremos hasta mañana. No salgas de casa y dile a Guille que se levante ya, os dejo las llaves y dinero por si acaso. Nos vamos después de comer.

Hago una mueca intentado simular una sonrisa pero no se me da bien sonreír, así que mi madre suspira y se va.
Voy dispuesta a desayunar el pan rancio de siempre. Cuando oigo que alguien me llama al móvil. ¿A estas horas? ¡Que pesados! ¿Quién será?
Veo en la pantalla una foto de una chica rubia de ojos azules con una sonrisa en la cara. ¿Ana? ¿Pero qué quiere esta ahora?

- ¿Ana?
- Hola María, buenos días guapa.
- ¿Qué pasa?
- Pues nada tía que me han llamado unas amigas que esta noche tienen una fiesta en el local ese rojo, donde siempre pasamos los miércoles cuando venimos de Zara. Pues ahí. Y nos han invitado a todas así que vente y ponte guapa.
- Ana, yo...
- ¡Eh, Eh, Eh! No acepto un no por respuesta. Te voy a recoger a las siete en tu casa. Yo voy con una falda de tubo negra con lentejuelas muy mona y una blusa. Bueno tía, que eso, que te compres algo.
- ¡Pero Ana!

¡Bah! No sirve de nada discutir con esta niña aunque la verdad no sería mala idea disfrutar un poco. Da igual, tengo que pensarlo además papá y mamá.
¡Verdad! No había caído no vuelven hasta mañana. Tengo que ir, me lo pasaré bien aunque todo lo que tengo es feo, infantil o está pasado de moda. Le pediré dinero a mamá para comprar algo o sino a Ana o Cristina. No, a Cristina no, que seguro que tiene cosas apretadas o con mucho escote. Mejor me voy de compras.
Desayuné de buen humor, el pan no estaba tan malo como parece... ¡Si hasta sabe mejor!
Me lo pongo en la tostadora durante unos minutos, le echo el aceite y jamón de york. De verdad, que manía tenía mi padre de comprar jamón de york en vez de pavo mira que se lo repito, pues nada. Aun así, me lo tomo. No tengo mucha hambre pero mientras intento buscar los cuarenta en las radio. Uuuh! Que bien está sonando Rihanna, como me motiva esta canción.
De repente veo a Guille entrar en la cocina. Tiene el pelo enmarañado y únicamente viste sus pantalones del pijama. Veo su cuerpo de gimnasio, se refriega los ojos con las manos ya que se acababa de despertar y no se ha acostumbrado a la luz.
Me río, me hace gracia, el tan guapo e inocente, a pesar de ser mayor que yo. Así que me mira con esos ojos verdes penetrantes se viene corriendo directo a mí. Me coge de la cintura obligándome a dejar el pan. Me hace cosquillas hasta que nos reímos tanto que nos duele la barriga.
- Eres idiota – le dijo
- Y tú una enana – me toca el pelo
- ¿qué hicistes ayer? - le pregunté
Me cuenta que, el hermano de Lalo, que era su mejor amigo, se había liado con no me acuerdo quién y que Lalo, Miguel y todos ellos estuvieron juntos.
Me cuenta que casi le vomitan encima. Que su novia se enfadó con él por no querer acompañarla a casa. Me quedo mirándole fijamente.
- ¿qué pasa? - me pregunta
- Nada, ¿oye te han explicado papá y mamá, que hoy se van después de comer y no vuelven hasta mañana? ¿saldrás?
- Sí, algo me acaba de explicar mamá, pero no he echado mucha cuenta. Supongo que sí, pero no sé aún. ¿Y tú?
- Sí, esta noche tengo una fiesta.
- ¿Tú? ¿Una fiesta? ¡Guau! María.
- ¡Ja, ja, ja qué gracioso eres!
- Señores y señoras mi hermana va a una fiesta. Hay que recordar este día siempre, hagamos una foto.

Él iba dispuesto a coger mi cámara, cuando me abalanzo sobre él y salgo corriendo hacia mi cuarto mientras me chilla cosas que no me gustarían oír, aunque aun así me río.
Me encierro en mi cuarto pongo la música a tope, estoy feliz puedo decir que me siento bien y estoy dispuesta a impresionar a aquellos que piensan que no existe una María sonriente, les demostraré que se equivocan, sobre todo me lo demostraré a mí misma.
Me acerco al armario con esperanza de ver alguna blusa para esta noche, lo saco todo. Leggins, sudaderas, vaqueros, no, nada me sirve.
De pronto se abre la puerta y entra mamá, al ver todo el armario desordenado y el cuarto hecho un asco se pone furiosa, le explico que no tengo nada que ponerme para una comida que haríamos en el instituto (siempre en horario escolar). Este es el momento, le pido dinero para comprar algo nuevo y como no está de muy buen humor me da 50, en fin, algo es algo, mejor que nada...En cuanto mis padres se vayan cogeré el bus para ir al centro. Guille me podría llevar en la moto, pero seguro que tiene cosas mejores que hacer, además me apetecía estar sola.

Estuve estudiando hasta la una pero ya estaba harta de sintaxis y de Bécquer así que mejor dejarlo. Enciendo el ordenador, ¡madre mía! 80 mensajes de Ana y Cristina. Qué pesadas, estarán hablando sobre la fiesta, conociéndolas. Cristina dice que duda entre si ir o no pero Ana está decidida comenta que se pondrá uno de esos moños tan chulos que les hace su madre, joder que envidia ojalá mi madre supiera hacer algo. En feria, suele llevar unos recogidos fantásticos, además de que le quedan geniales. Cuando les digo que me apunto a ir a la fiesta, se alegran pero también se sorprenden, ya que, conocen a mis padres y saben que no les gustará la idea. Les cuento que se van y no vuelven hasta el día siguiente así que todo está flama. Flama, como dice siempre Lalo con su típica sonrisita de tío guay, me derrito. Les pregunto a mis amigas quién ira a esa fiesta y si entre ellos está incluido él. Dicen que todo el mundo irá y que por eso tenemos que ir, ah, también va el “rollo” o la novia o lo que sea de Lalo no sé bien como llamarlo, aunque eso sí era millones de veces mejor que yo, más guapa, alta, mona y con mucho más de esas cosas que hacen que los ojos de los tíos estén siempre peleándose con su sentido de la educación.

Ana me consuela contándome que en la fiesta habrá tanta gente que no tendré que pensar en él y que habrá muchos niños mejores y más guapos que él. Solo había un problema y era que yo no quería a uno más guapo, yo lo quería a él.

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